Narbona sigue poniendo trabas a San Glorio

Aunque la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, había intentado suavizar su posición sobre San Glorio en los últimos meses, su contestación a un parlamentario de IU ha provocado la reacción airada del presidente de la Diputación. Javier García Prieto exigió ayer a Narbona que deje de poner trabas a un proyecto que se ha convertido en la última esperanza para buena parte de la Montaña Oriental leonesa.

El pasado mes de diciembre la ministra calificó la propuesta de «interesante», pero nada más que ha podido ha vuelto a la carga, esta vez alertando sobre el peligro que el proyecto tiene para la conservación del oso pardo. Al PSOE se le está yendo de las manos una ministra que antepone una posición que puede tener sus defensores pero que, desde luego, no es la opinión ni del Gobierno, ni de los dirigentes socialistas a nivel autonómico y provincial.

García Prieto tiene toda la razón en su crítica. San Glorio representa actividad económica para una zona de la provincia asolada por la despoblación y el envejecimiento. Significa futuro. Sus habitantes son los primeros que son conscientes de la importancia de conservar el medio ambiente, como las instituciones implicadas en un proyecto que sea compatible con la naturaleza. Narbona pone palos en las ruedas desde su despacho del Ministerio de Medio Ambiente en Madrid sin conocer que no hay alternativa a San Glorio.

El debate de San Glorio

Asistimos a un enconado debate sobre la conveniencia de emplazar una estación de esquí en la zona aledaña al Puerto de San Glorio. De un lado están los conservacionistas, que abogan por preservar el aislamiento del entorno natural del Valle de Lechada –donde se emplazaría la instalación– argumentando su alto valor ecológico. Por otra parte, están los que apoyan su construcción, encabezados por el equipo de la Diputación, que defienden la necesidad de crear alternativas locales para el crecimiento económico.

La discusión de fondo es trasladable a cualquier tramo del arco cantábrico de más de doscientos cincuenta kilómetros que nos envuelve por el norte y oeste. Por lo tanto la controversia afecta a cuestiones básicas para concebir un proyecto territorial leonés. Por eso, cuando se escuchan las argumentaciones, cabe preguntarse si se ha meditado adoptando una visión de conjunto.