San Glorio, ¡Ya!

El enfrentamiento entre los ecologistas y aficionados al esquí, se repite cada vez que alguna instalación invernal pretende ampliar sus pistas o algún proyecto sale a la luz.

San Glorio, la Vall d'Arán, Sierra de Bejar, el Pirineo y cualquier zona montañosa en la que se quiera ampliar o instalar una nueva zona de esquí, es motivo de protesta por parte del colectivo ecologista, que con el argumento de que las estaciones de esquí impactan negativamente la montaña, pretenden un turismo alternativo a base de montañeros de 'mochila y pata'.

El ejemplo de lo que se nos puede venir encima, si se liberara todo el Pirineo y se promoviera el turismo de montaña como quieren los ecologistas, lo tenemos en la zona del Mont Blanc, en Francia, donde la basura dejada por montañistas incívicos (generalemente 'neomontañistas', urbanitas y aventureros de medio pelo), ha provocado que se encienda un debate sobre la implantación de un peaje de acceso a la montaña, o lo que es lo mismo: Un forfait de acceso, aunque sin remontes, como una estación de esquí.

Las avalanchas de aficionados a la montaña están convirtiendo la cumbre alpina en un basurero, y el alcalde de Saint-Gervais, pueblo que acoge esta mítica mopntaña, quiere fijar un 'peaje' para los que quieran acceder. Y es que el famoso monte blanco, presidido por glaciares de espectaculares bellezas, se ha convertido en la montaña gris y amarilla por culpa de la basura, excrementos y orines depositadas sobre ella.

La propuesta ha provocado un alud de protestas por parte de los guías y de los montañeros, para quienes la montaña es una de las últimas fronteras de aventura y de libertad (para defecar por lo que parece), y consideran que la idea de implantar una tarifa, como ya pasa para poder ascender al Everest no tiene sentido. A su juicio esta suerte de peajes sería una intrusión de las administraciones en el 'aire puro' de la alta montaña.

Para Peillex, el alcalde de Saint Gervais, esto es una "bobada",y seún el, la belleza natural y la libertad no son compatibles con los "atascos de tráfico" de los escaladores y con montones de basura. "La legendaria ascensión al Mont Blanc se está convirtiendo en un artículo de rebajas, en una simple mercancía", dice el alcalde. "En los meses de junio a septiembre casi 30.000 personas intentan subir a la cumbre de Europa occidental", según las palabras que recogía el pasado fin de semana La Vanguardia.

Otros observadores locales están de acuerdo con la visión del alcalde de que algo debe cambiar. Olivier Curral es el guarda del refugio de montaña de Gouter, a 3.817 metros de altura, el último punto de descanso antes del ataque a la cima. "Los problemas son causados por jóvenes, montañeros extranjeros que no pueden permitirse - o no quieren pagar- los 25 euros por noche que cuesta el refugio abandonan sus desechos en la zona de acampada. Quien avance por esa zona observará por la nieve senderos de orina y excrementos por todos lados. Y se supone que esto es una montaña protegida, un lugar puro". indica Curral.

Peillex ha ganado un premio nacional de medio ambiente por su campaña de información para limpiar el Mont Blanc emprendida hace dos años. Ahora quiere ir más lejos. Los turistas, parafraseando a Oscar Wilde, tienden a "destrozar aquello que aman". La prosperidad económica, los vuelos baratos y la afición por los deportes y las vacaciones de aventura han llevado el problema más allá de París o de Venecia, hasta los parajes más remotos y bellos del planeta.

Implantar un peaje a esa montaña es tarea muy complicada por las leyes gubernamentales del país galo, pero esto que pasa allí, posiblemente lo veamos algún día en nuestro Pirineo, sin ningún tipo de control, e invadido por miles de turistas cada año, sin ningún tipo de conocimiento de lo que es la montaña.

La noticia completa de La Vanguardia, aquí

Sacado de Nevasport.comPero todo tiene su parte negativa. Si bien es cierto que las estaciones de esquí, impactan visualmente en el apenas centenar de hectáreas que ocupan, el montañismo libre que proclaman los ecologistas, puede llegar a provocar mayores estragos aún al no estár sujeto a un control ni mantenimiento, como si pasa en las estaciones de esquí.