Enciendan las estufas. ¡Cada vez nos calentamos menos!

Siguen aflorando datos contrarios a las teorías calenturientas con las que no cesan de bombardearnos incluso en estos tiempos de crisis. Y no es por molestar, no, pero hay que recordar que uno de los argumentos con el que el TSJ de Castilla y León falló a favor de los grupos ecologistas en su recurso contra la modificación del PORN de Fuentes Carrionas fue, ni más ni menos, que el cambio climático pondría en peligro la rentabilidad de la estación de esquí de San Glorio. Date, ¡de Magistrados a consultores empresariales!.

Una misma mentira reiterada a lo largo del tiempo se convierte en una gran verdad. Y los que la refutan, proscritos. Desde el año 2001, la Tierra ha dejado de calentarse.Las organizaciones ecologistas han conseguido su objetivo de utilizar las dudosas ¿teorías? sobre el calentamiento global (perdón, ahora es cambio climático) para atacar la construcción de la estación de esquí.

¿Y qué ocurrirá si resulta que el calentamiento no llega a producirse?. El tiempo lo dirá, y habría que ir planteándose la posibilidad de denunciar a todas estas organizaciones que han favorecido que los estados se gasten miles de millones para frenar un futurible que, tal vez ocurra, o tal vez no.

Un interesante artículo de opinión publicado D. Juan Manuel Velasco en El Mercantil Valenciano sigue aportando datos que demuestran las mentiras a las que nos tienen acostumbrados en torno al tema.

La paulatina frigidez de la tierra


Casi ningún medio se molesta en publicarlo, en vocearlo. No van a desventrar a la gallina de la lluvia de oro, informar a contracorriente y marear al personal. Una misma mentira reiterada a lo largo del tiempo se convierte en una gran verdad. Y los que la refutan, proscritos. Desde el año 2001, la Tierra ha dejado de calentarse. Y casi van ocho años. Pero no sólo eso, sino que desde entonces se registra un levísimo enfriamiento de -0,023 grados/año para ser rigurosos. Menos que una 0,0. La Tierra como una gran cerveza sin alcohol que ni engorda ni anima.

Pero previo a esta herejía climatológica, el incremento de la temperatura media de la Tierra en esos 0,6 grados aceptados universalmente, ya había dado lugar a la neoreligión del cambio climático, una imbecilidad construida para reforzar el gregarismo lanar de la especie. Y tanto fieles, como concilios, como catedrales erigidas en pro de la nueva fe se incrementan en la medida que los sumos sacerdotes predican la homilía del miedo, garante máximo de la pervivencia de las religiones.

El dogma se sustenta sobre esos 0,6 grados de calentamiento habido en las décadas de los ochenta y los noventa, sin alertar demasiado que la Tierra provenía de un período de enfriamiento comprendido entre 1945 y 1970. Abundo retrocediendo al período 1880-1945 en el que ya se cuantificó, con las extrapolaciones lógicas ante la menor densidad de estaciones y la inexistencia de satélites, un calentamiento de 0,5 grados. El Eclesiastés recogió el primero aquello de nada nuevo bajo el Sol.

Para confundir más, el CO2 sigue aumentando educadamente sus partes por millón en la atmósfera por lo que al IPCC, organismo/sanedrín del cambio climático, le aparecen más apóstatas cada día que mascullan sobre la teoría del calentamiento de origen antropogénico. Este desacuerdo entre realidad y escenarios propuestos por el sanedrín dificulta el sostenimiento con las filas prietas de la teoría, alumbrada por un físico metido a iluminado, James Hansen, director del Instituto Goddard, dependiente de la Nasa, quien en 1988 y mediante informe presentado ante el Congreso de Estados Unidos, advirtió de la catástrofe que se cernía sobre la humanidad ante el incremento de la temperatura del planeta como consecuencia de las malas prácticas ambientales de sus congéneres. Diques para Nueva York, réquiems para Bangladesh y tráfico de osos polares hacia el último reducto de los zoos.

El Savonarola de nuevo cuño pronosticó un incremento de 1 grado en los próximos veinte años que se cumplen en este. Como no se ajustaron los vaticinios (en 1988 la temperatura terrestre ya se había incrementado parte de esos 0,6 grados), el fulano, más próximo en formación a la estadística que a la climatología, se reinventa ahora, remozando los escenarios con cascotes de los anteriores, el mismo pronóstico, sólo que lo retrasa 20 años. A partir de ahora. Y no contento con mantener su bola dorada se atrevió a exigir, ante el mismo Congreso que le invistió como profeta, y con motivo del vigésimo aniversario de su buenaventura, este junio pasado, que los grandes jefes y ejecutivos de las compañías de combustibles fósiles sean juzgados por altos crímenes contra la humanidad y la naturaleza, acusándolos de desparramar la duda (como si dudar fuera delito) acerca del calentamiento global. Que no lea esto Garzón, por favor...

Y metido a profeta, me viene que el sujeto, cuyo irrellenable egocentrismo le lleva a no admitir el disenso y que en un pasado reciente denunció que se le silenciaba, cuando sobrevenga el nuevo orden presidencial (sigo en campaña), será depuesto de su pedestal sin que el aumento del nivel de los mares le llegue, a su pesar, ni siquiera a los talones.

Somos pocos los disidentes, los que no creemos ni en mesías autoproclamados ni en religiones impuestas por la gracia de los patriarcas que imponen dioses que luego acaban siendo arrumbados cuando aparecen otros patriarcas con pavores renovados (¿dónde quedan Apolo, Marte, Zeus y los demás?). Somos pocos los que creemos que la observación, las matemáticas, la rigurosidad en la toma de datos, el día a día silente de los que se dedican a eso, benefician más a la especie que las cábalas de nostradamus sin rubor y de sarcosíes autoproclamados supermanes.

Somos pocos a los que se nos atraganta la bola del mundo cuando vemos a la becaria chupona de turno de Banal 9, metida con las katiuskas en el charco para reforzar la catástrofe. Cretinos, incultos, suevos ( los de Banal 9). Somos pocos y se nos puede encontrar en topics especializados de foros temáticos en Internet. Eso a los diletantes. Entre los científicos, haylos también. Unos con beligerancia inteligente (curiosea, lector, en la delicia fina del blog de Antón Uriarte), otros con mesura divulgativa (bendito Toharia), otros todavía en el armario, porque el IPCC, con sede en Ginebra, amordaza con la letanía de su último informe a su red de colaboradores diseminada por todos los climas del mundo.

¿En qué desvanes queda lo alarmado y no cumplido? ¿No deberían los gobiernos crear una Secretaría de Estado de los informes fallidos, de las predicciones equívocas que movieron planes de acción, de los futurólogos osados sin castigo que siguen ejerciendo? Garzón, insisto con el personaje, sería un buen candidato para llevarla adelante.

Deberían, ahora en positivo, los presidentes y asesores de unos gobiernos que se movilizan contra una tragedia que nadie puede percibir sensorialmente pero en la que casi todos creen, conocer que la Antártida ha tenido mucho más hielo en los últimos dos años que desde que se tienes registros fidedignos, año 1979. Deberían investigar porqué, a pesar de las predicciones, el Ártico no ha superado este año el récord de deshielo estival de 2007. Averiguar porqué a fecha de cuando escribo tiene tres Españas y medias de superficie congeladas más que en 2007 también, en un acelerón de la congelación sin precedentes.

Deberían registrar que Groenlandia no sólo no se calentó durante la segunda mitad del XX, sino que se enfrió ligeramente. Y en lo concerniente a los españoles, debieran saber que no hay tendencia en la pluviometría en los últimos... 100 años, que una cosa son los Banales 9 que en las ondas son y otro cantar son los números, los únicos defensores de las certezas. Quizá repita algunos argumentos de anteriores artículos pero no me voy a molestar en comprobarlos. En la insistencia está la razón.

Deberían saber que sí hay mucho nuevo bajo el Sol. Nuevo y desconocido porque el hombre sólo es un diminuto diente en la rueda dentada de los ciclos. Si el mal del siglo XX fue el de la ignorancia, bien entrados en el XXI la prepotencia ha tomado su relevo. Lo único que me maltrae de mi postura anticatastrofista próxima al negacionismo, es que coincide con la de Aznar y la de su FAES.

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